Claudio Omar García nació en 1963. Debutó en la Primera de Huracán a pocos días de cumplir 17 años. Luego fue transferido a Vélez Sarsfield y al Olympique de Lyon (Francia), hasta que en 1991 recaló en Racing. Fue una suerte de amor a primera vista, reforzado a partir de algunos sucesos célebres y una confesión: “Huracán es mi mujer y Racing es mi amante”.
Habilidoso, rápido, incisivo, potente, su paso por La Academia dejó momentos memorables e inolvidables más allá de las gambetas, los centros y las definiciones: su gol ante Independiente por la Supercopa 1992 (con la mano, “pensé que nadie se iba a dar cuenta pero fue muy alevosa”), haberse bajado los pantalones en otro clásico y haber atajado, por la segunda fecha del Torneo Apertura 1991, unos cuantos minutos frente a Huracán debido a la expulsión del arquero Roa. No le convirtieron goles y Racing pudo sostener el 1 a 1. Pero previamente, el 14 de abril, La Academia derrotaba a Vélez por 2 a 0 y a los 21 minutos del segundo tiempo se fue expulsado el arquero Goycochea. El “Turco” fue al arco y el partido terminó… 2 a 0. “Esa tarde me ovacionaron y empecé a ser ídolo de Racing”.
Su altísimo nivel futbolístico en el club lo impulsó a la Selección Nacional, con la que obtuvo las Copas América de 1991 y 1993 y la Copa FIFA Confederaciones en 1992.